martes, 21 de mayo de 2013
Canó: más allá de las estadísticas. el verdadero líder de los Yankees
El liderazgo, esa condición que un deportista ejerce sobre el resto de sus compañeros de equipo, es algo imposible de medir en estadísticas.
Es una condición reservada sólo para unos pocos elegidos, que los convierte en verdaderos motores que impulsan hacia el éxito a todo un conjunto, sea del deporte que sea.
El dominicano Robinson Canó es uno de estos seres privilegiados que la vida ha colocado en una posición de liderazgo.
Desde su debut con los Yankees de Nueva York en el 2005, a sus 22 años, dejó claro que estábamos en presencia de un jugador excepcional.
Sin embargo, entonces era un actor de reparto, mientras los protagónicos lo ocupaban Derek Jeter y los puertorriqueños Jorge Posada y Bernie Williams.
No le tardó mucho tiempo ganarse un lugar en la preferencia de la exigente afición neoyorquina, cautivada por la elegancia y excelencia defensiva alrededor del segundo cojín y un bateo despiadado que no se ha cansado de castigar a los pitchers rivales.
Canó deja a su paso esa percepción de comodidad reflejada en su eterna sonrisa, como si no le costara apenas esfuerzo ejecutar un fildeo, realizar un tiro para completar una doble matanza o disparar un batazo a la hora clave.
Poco a poco, la figura de Canó comenzó a ser una de las más buscadas por sus propios compañeros dentro del dugout, cuando la candela se ponía brava y hacía falta un hit salvador.
Los históricos Williams y Posada daban un paso al costado ante el inevitable avance del tiempo y Canó se afianzaba como una de las nuevas figuras de la franquicia más gloriosa de las Grandes Ligas.
No obstante, a pesar de tener una personalidad propia, el dominicano seguía creciendo a la sombra de Jeter, quizás el jugador más emblemático de los Yankees desde Mickey Mantle.
Pero en el 2013, los Yankees arrancaron la campaña con la mejor lista de lesionados de todo el béisbol: Jeter, Mark Teixeira y Alex Rodríguez aún no han tenido ni un inning de trabajo, mientras Curtis Granderson apenas regresó hace unos días.
Le tocó entonces a Canó asumir finalmente el papel de líder indiscutible de un equipo al que llegaron muchos jugadores ya descartados por sus anteriores franquicias para tratar de llenar los huecos de manera temporal.
Y el dominicano está cumpliendo el papel a la perfección, echándose sobre sus hombros el peso, no sólo por los números de lujo que pone día a día sobre el terreno, sino precisamente por ese intangible que no se mide en cifras.
A sus 30 años de edad, Canó está en el pico de su carrera y a punto de conseguir un nuevo contrato que le garantice la tranquilidad económica a su familia por varias generaciones.
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