Cuando el puertorriqueño Bengie Molina se retiró como jugador después de la temporada del 2010, le hizo una promesa a su esposa, Jamie. No iba a renunciar a la idea de hacer la transición a un rol como coach, pero esperaría tres años para empezar ese proceso.
Entonces, Molina y Jamie hicieron una lista de cosas que querían hacer y lugares que querían conocer.
Fueron a varios destinos turísticos en el 2011 y el 2012, pero los planes para este año eran grandes-una larga estadía en Grecia, un mes en Alaska, la Serie Mundial de Pequeñas Ligas, el torneo de campeonato del baloncesto universitario de la NCAA y, para Jamie, una ex tenista universitaria, el Abierto de los Estados Unidos en Flushing Meadows, Nueva York.
Sin embargo, hubo una pausa en los planes en noviembre, cuando Bengie recibió una llamada de su hermano menor Yadier-catcher estelar de los Cardenales que le dio la noticia de que había un cupo en San Luis para instructor de bateo asistente.
No hubo que convencerle mucho a Bengie, ya que ésta era la clase de oportunidad que buscaba-con todo y era un año antes de lo previsto. Era un sueño que quería realizar: estar en el mismo equipo de Grandes Ligas con su hermano menor.
Por poco se produce esa unión de los hermanos después de la campaña del 2010, cuando los Cardenales ponderaron una firma de Bengie como sustituto de Yadier. Pero al no darse ese fichaje, Bengie no quería dejar pasar una segunda oportunidad.
"Si hubiera sido otro equipo, es probable que lo hubiera pensado dos veces y no lo habría aceptado, porque quería tres años libres", dijo Molina. "Pero al estar Yadi en la organización, es una buena oportunidad de pasar más tiempo con él. Es un gran equipo y para mí una excelente oportunidad para regresar al béisbol. Y no sólo se trata de Yadi. Me encanta enseñar. Me encanta ayudar. Si puedo comunicarles algo (a los jugadores), estoy contento de hacerlo."
No hay comentarios:
Publicar un comentario